Nació en la villa de Quintanilla, entre Briviesca y BeloradoSan García, que más tarde añadirá al suyo el del santo, a finales del Siglo X o principios del XI, falleciendo en el año 1073. Ingresó en la Orden Benedictina en el monasterio de San Pedro de Arlanza, antigua abadía de la Orden de San Benito que estaba situada al sudeste de Burgos, a orillas del río Arlanza, entre Covarrubias y Barbadillo del Mercado. Está hendida en una hondonada escoltada por altísimas montañas. No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron sus orígenes, y existe la leyenda de que se debe a Walia su construcción, engrandecida por Eurico, y favorecida por Recaredo. Lo cierto es que existía ya en los comienzos del siglo X, alcanzado en su tiempo gran esplendor y nombre. 

  ORIGEN DEL MONASTERIO DE ARLANZA

     Pasando en cierta ocasión Fernán González, primer conde independiente de Castilla, encontró una ermita donde hacían vida solitaria tres monjes llamados Pelayo, Silvano y Arsenio. Esta ermita estaba en lugar algo más elevado del que ahora ocupa el monasterio y llamábanla los monjes SAN PEDRO, EL VIEJO. En ella pasó el Conde una noche, durante la cual tuvo San Pelayo revelación del próximo combate que iba a ocurrir entre moros y castellanos, y anunció a Fernán González, de parte del Cielo, que la victoria era suya. La profecía se cumplió poco después en Cascajares. La victoria de Hacinas se ganó algo más tarde, gracias a las oraciones de San Pelayo. En agradecimiento Fernán González ordenó restaurar y conceder gran dote a la casa de San Pedro, y así está datado en el documento de restauración en 912. Tanto aprecio profesaba por este lugar que ordenó ser enterrado, y así lo fue a su muerte, junto a su esposa Doña Sancha, al pie de la iglesia y más tarde en el crucero de la misma, aunque en la actualidad sus restos se conservan en la colegiata de Covarrubias.
     Este monasterio llegó a albergar hasta 180 monjes en el Siglo XII y entre ellos hemos de destacar a San García que fue su abad en el año 1047, pero en el año 1894 sufrió un devastador incendio que lo dejó en estado de ruinas. En la actualidad se sigue un proceso de restauración.

                   Torreón del Monasterio de Arlanza    Iglesia del Monasterio de Arlanza    Claustro del Monasterio de Arlanza

 VIDA EN EL MONASTERIO

     El joven San García llegó, tras recorrer la larga distancia que separa Quintanilla de Arlanza, acompañado de algunos familiares a la puerta del monasterio e ingresó en la vida benedictina. La Regla que rigió su vida establece un régimen concreto en el comer, descanso, vestimenta y oración. Para tener una idea superficial de la vida que le esperaba digamos que estaba prohibido comer carne, salvo a los enfermos; la comida consistía en una libra de pan por día y dos platos en cada comida, y se sucedían dos en verano y una en invierno. Siendo los días de ayuno ocho meses al año. El vestido o hábito debía ser sólido y sencillo, y lo componía la cogulla, la túnica, el escapulario, las calzas, calzoncillos y calzado. Se dormía de siete a ocho horas, y cada monje disponía de una manta, cobertor, jergón y almohada, y se les proporcionaba un cuchillo, aguja, hilo, material de escritorio...
     No sólo la vida del monje benedictino estaba dedicada a las actividades propiamente religiosas, sino que era obligación también impuesta por San Benito vivir del trabajo de sus manos, incluyendo el cultivo del campo, y en consecuencia dedicaban parte del día a estas actividades, que empezaban al amanecer, inmediatamente después de las primeras oraciones del día, y no cesaban hasta caer la tarde, cuando entonaban los rezos nocturnos previos al retiro. También se ha de señalar que habían unas horas diarias dedicadas al canto y destacar que entre los trabajos que los monjes llevaban a cabo sobresalían las horas dedicadas al trabajo en el escritorio, de donde salían los códices. Estos códices permitieron mantener la cultura, unida a la mano de los religiosos en exclusiva, hasta que aparecieron los copistas laicos, sobretodo en las universidades, que acompañaron a los monjes en esta labor, la cual desapareció, al menos en esta expresión, con la aparición de la imprenta.
     El joven novicio completó su educación con estudios eclesiásticos con el fin de recibir las órdenes y celebrar misa. Debía estudiar teología, Sagrada Escritura y cánones, y aprender de memoria epístolas, evangelios y oraciones del año, es decir el misal, el breviario y el ritual.   

 ABAD DE ARLANZA
    
Una vez transcurrido el periodo de noviciado, San García mantuvo vida de monje benedictino cerca de cuarenta años más, y toda su existencia ejemplar se recogió en la máxima "ora et labora", que como se ha señalado anteriormente se estructuraba en horas de estudio, horas de oraciones y misas, horas de canto y horas de trabajo manual.
     En el año 1039 es elevado a la dignidad de abad, máxima autoridad del monasterio, sucediendo al abad Aureolo. Aparece en el Mester de Clerecía en el año 1211 recogida en una estrofa, perteneciente a la "Vida de Santo Domingo de Silos" escrita por Berceo, que se refiere al monasterio de San Pedro de Arlanza, D. García, ya que evidentemente aún no era santo, al frente del monasterio, lo cual demuestra la importancia de nuestro santo en aquél entonces.
     El abad era elegido por votación secreta por los monjes. El nombre de abad tiene su origen en los grupos monásticos que surgieron en Siria, y el término se fue extendiendo paraEscudo de San García designar a la máxima autoridad de un monasterio hasta ser aceptado unánimamente. La institución del abad apareció en la iglesia en el siglo IV, y en un Concilio celebrado en Roma en el año 826 se estableció que debía tener carácter sacerdotal, lo cual fue definitivamente fijado en el Concilio de Poitiers en 1071. En un primer momento cuando quedaba vacante el cargo de abad era el obispo de la diócesis el que designaba al sustituto, pero con posterioridad esta facultad le fue concedida a los propios monjes. Se exigían una serie de requisitos para poder ser elegido, como el ser mayor de 25 años, y se seguía una ceremonia determinada el día de ser investido oficialmente por el obispo.
     Los abades gozaban de autoridad dentro de la iglesia y asistían a los Concilios al lado de los obispos, además de ejercer la autoridad dentro del monasterio y llevar la administración de las posesiones que pudieran estar a cargo del monasterio, que podían consistir en tierras de cultivo, ganado, edificios... Eran ayudados en estas labores por otros monjes que ejercían varios cargos, como tesorero, portero, limosnero, camarero (administrador de los dormitorios y celdas)... Podían imponer castigos, llegando a la expulsión, imponer encarcelamiento, dispensar de excomuniones... y en definitiva ejercían poderes de carácter espiritual y material, sin más limitaciones que consultar al Consejo y a la Comunidad dependiendo de la gravedad del asunto. Estuvieron sometidos en un principio a los obispos, pero alcanzaron cierta independencia y de hecho llevaban emblemas episcopales de mitra, báculo, anillo...  

CONSEJERO DEL REY FERNANDO I EL GRANDE DE CASTILLA
     Los abades fueron adquiriendo influencia en cuestiones públicas, y San García llegó a ser consejero del primer rey de Castilla Fernando I, y con él asistió a la batalla de Atapuerca en 1054. Además de nuestro santo, también tuvo como consejeros al abad de Oña, San Iñigo, y al de Silos, Santo Domingo.
     San García estuvo presente en León con San Iñigo y Santo DomingoImagen procesional de San garcía en la recepción de los restos de San Isidoro de León, que murió siendo arzobispo de Sevilla. Fueron depositados en la recién construida basílica dedicada a San Juan Bautista, que desde entonces se llamó de San Isidoro.
     El rey Fernando I cayó enfermo de muerte en el sitio de Valencia y se retiró a León donde falleció e 27 de diciembre de 1065, siendo sucedido por su hijo Sancho II el Fuerte, que también buscó como consejero a San García.
     En el documento que recoge una donación realizada por Sancho Il en 1068 destinadas a restaurar el monasterio de Oña aparecen las firmas de El Cid, Rodrigo Díaz, y San García, que fueron coetáneos, y conocida la influencia que en la corte tuvieron ambos no es de extrañar que coincidieran en más de una ocasión. En otra ocasión Sancho II hizo nueva donación en 1069 al monasterio de San Pedro de Arlanza, siendo abad San García, de varias villas situadas en Burgos, apareciendo en el documento nuevamente como testigo firmante el Cid.
     Y por último hubo una donación en 1070 por un particular a favor del monasterio regentado por el santo también confirmada por El Cid.
     El Cid cayó en desgracia en la corte a raíz del asesinato de Sancho II, que dio lugar al conocido juramente de Santa Gadea, en el que El Campeador hizo jurar al rey Alfonso VI, heredero y hermano del anterior, que nada tuvo que ver con la muerte de aquél, lo que le valió el destierro; San García en aquél momento estaba anciano y débil, muriendo un año después a este hecho. 

EL CONCILIO DE COYANZA
    
En el año 1050 Fernando I, para poner fin a determinadas controversias religiosas en su reino, convocó un concilio en Castro Coyanza, que ahora se llama Valencia de Don Juan, localidad situada en León.
     Se encontraban presente los obispos de Lugo, Oviedo, Iria y Santiago de Compostela, León, Astorga, Palencia, Calahorra, Pamplona y Viseo, y entre los abades estaban Santo Domingo, de Silos, San García, de Arlanza y San Iñigo, de Oña.San García en azulejos de Manises en la Plaza Mayor de Quintanilla
     Se aprobaron varios cánones : 1° - se ordena que los obispos residan en sus sedes y ejerzan su ministerio exclusivamente en su diócesis; 2°- se ordena a los monjes que cumplan la Regla de San Isidoro o de San Benito; 3°- que los eclesiásticos dependan de su obispo y no de lego, se determinan las vestiduras que se han de llevar en la misa, la materia prima con la que se elabora la hostia y el cáliz y la forma del altar, así como que los clérigos que sirvan a la iglesia no lleven armas y tengan la coronilla rapada y barba afeitada; 4°- se encarga a abades y presbíteros excluir de la comunión a los adúlteros si no hacen penitencia; 5°- se regulan cuestiones referentes al bautismo, confirmación y banquetes nupciales a los que sólo se permite la presencia de los clérigos para bendecir la unión; 6°- se prescribe el modo de santificar las fiestas, no trabajando ni viajando, salvo para peregrinar, enterrar a los muertos, visitar enfermos, obedecer al rey y luchar contra el sarraceno, y se prohíbe comer y vivir con judíos; 7°- recuerda a los gobernantes administrar justicia con rectitud y se pena el falso testimonio; 8°- se dispone que en Galicia, León, Asturias y Portugal se apliquen las leyes del rey castellano; 9°- se declaran exentos a los bienes de la iglesia de la prescripción trienal; 10°- se ordena que quien haya sembrado en tierras objeto de litigio pueda recoger los frutos mientras no se determine en juicio a quién pertenecen; 11°.- preceptúa el ayuno los viernes; 12°,-, reconoce a la iglesia el derecho de asilo; 13°.- manda a vasallo y rey deberse mutua fidelidad.
     Vemos por tanto que se mezclaron cuestiones estrictamente religiosas con normas de aplicación más general y públicas, incluso de carácter exclusivamente político, por lo que es perfectamente entendible que el rey se implicara personalmente en la celebración del concilio. En todo caso es el más importante de los celebrados hasta entonces, que pone cierta luz en la oscuridad del medievo inicial, y que supuso la supresión del rito mozárabe o visigodo, que utilizaba la iglesia hispana, por el romano del Papa Gregorio VII en latín. 

MILAGRO DEL VINO DE SAN GARCÍA
    
Muy poco o nada se halla documentado en cuanto a los milagros del santo se refiere, pero no es menos cierto que la santidad no sólo supone milagros, sino que se llega a ella por las obras diarias, y de hecho San García tenía entre sus contemporáneos gran estima y su monasterio con 150 monjes era ejemplo del buen gobierno del abad y de la guarda de la fe.
     Parece que un Viernes Santo celebrando la festividad con sus monjes reunidos en torno a la mesa al bendecir el agua ésta se convirtió en vino. Lo más probableEstandarte de San García es que este hecho se produjera en el año 1043; Europa se encontraba por aquél entonces con grandes penurias por la pérdida de la cosecha, de lo que no se libró el monasterio de Arlanza que debía estar sufriendo la misma escasez, la cual se soportaba duramente a base de pan y agua, por lo que la conversión en vino debió suponer realmente una bendición para los monjes. De este hecho, hace mención un estandarte del Santo que posee su pueblo natal, Quintanilla, y en el cual se ha grabado la siguiente redondilla:                    En Quintanilla nací.
                                                 Con el auxilio divino
                                                 El agua en vino
                                                 En Arlanza convertí
.
 

  REVELACIÓN DE LOS TRES SANTOS MÁRTIRES
    
Otro capítulo extraordinario en la vida del santo fue el descubrimiento de los restos de los santos mártires Vicente, Sabina y Cristeta. Corría el año 1061 ó 1062 y San Gracia tuvo una revelación divina, tal y como recoge Berceo en una de sus estrofas, de la que le hizo partícipe a Santo Domingo abad del monasterio de Silos que era el más cercano al de Arlanza. Tomaron camino hacia Burgos para comunicárselo al rey Femando y al prelado, y en Cardeña se encontraron con el abad del monasterio, San Sisebuto (el abad Don Sancho en el poema del Mío Cid), y los tres se presentaron ante el obispo, en Burgos, quien a su vez se unió a la comitiva y todos ellos se encaminaron al encuentro del rey.El Rey Fernando I y San García de Abad, co mitra al fondo de la imagen, reciben en Arlanza los restos de los Mátires.
     Atravesaron la llanura palentina y llegando al Duero, en el lugar conocido por Santa Cristina, a dos kilómetros de Zamora, estaba el rey con el obispo de Palencia; el monarca se dedica a labores de repoblamiento de aquellos territorios asolados por Almanzor. Al conocer el rey la razón que había llevado a la comitiva llegar hasta allí, se unió a la misma, atravesaron el Duero y se encaminaron hacia Ávila. Buscaron entre las ruinas del principal templo de esta ciudad los restos de los tres mártires que perecieron en al año 304 en tiempos del emperador romano Diocleciano. Fueron encontrados los cuerpos, corriéndose la noticia con gran rapidez y de lugares cercanos acudieron en gran número gentes para reverenciar los restos; después de celebrase solemnes fiestas dejaron Ávila para llevar los restos al monasterio de Arlanza. Por el camino dejaron reliquias de los tres mártires en los pueblos que pasaban, y una vez llegados a Arlanza, donde fueron enterrados los restos, el abad de Silos, Santo Domingo, se volvió a su monasterio con las manos vacías, lo cual fue objeto de quejas por sus monjes, tal y como recoge Berceo en su glosas, sin poder imaginar que el monasterio tendría un santo propio.

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SAN GARCÍA
    
Había muerto el rey Fernando I, al que sucedieron sus hijos entre los que repartió su reino. Sancho II venció a hermano Alfonso VI en Golpájar, uniendo en tomo a sí a los reinos de Casilla, que heredó de su padre, y de León que arrebató a su hermano el día 12 de enero de 1072. Nuestro Santo debió estar presente en los actos solemnes que se dieron lugar con motivo de estos hechos.
     Alfonso VI fue enviado a Burgos y encerrado en un castillo, del que fue liberado por mediación de su hermana Doña Urraca, siendo desterrado a tierras de moros, prestando juramento de fidelidad previamente a su hermano Sancho II, y llegándose a la corte de Almanerín, rey de Toledo y padre de Santa Casilda.Urna y Sepulcro de San García en al Iglesia del Monasterio de Arlaza
     El rey Sancho II murió asesinado a traición en el sitio de Zamora el 7 de octubre de 1072, y al saberlo abandonaron sus posiciones los leoneses, gallegos y asturianos que de mala gana se habían sometido al rey de Castilla. Sólo los castellanos con El Cid al frente mantuvieron el sitio, recogieron los restos del rey asesinado y lo transportaron al monasterio de Oña donde fue sepultado. El rey tenía 34 años al morir. El heredero fue paradójicamente su hermano derrotado Alfonso VI, que fue inmediatamente acusado del asesinato e incluso El Cid le hizo jurar junto a doce nobles leoneses en Santa Gadea, y en Burgos fue proclamado soberano de Castilla. San García acudió junto al recién proclamado rey el 8 de diciembre de 1072, y a su vuelta de Burgos comenzó a apagarse su vida. 
     Hacía cinco años que había muerto San Iñigo y siete de la de su rey Fernando I; se encontraba anciano y débil. Recibió la visita del obispo de Burgos, D. Jimeno, en los últimos días de su vida. La noticia de que estaba moribundo se corrió como la pólvora por los lugares cercanos y fueron muchos los que se acercaron para saber de él. Falleció en el otoño del año 1073.  Su sepulcro estuvo inicialmente en la pared de la nave izquierda de la iglesia, a la puerta de la capilla llamada de los Mártires. En el año 1620 sacaron de allí el cuerpo y lo colocaron en una urna en la citada capilla. 

RELIQUIAS DEL SANTO
     
La muerte del santo no significó su desaparición, ya que se atribuyeron curaciones a su intercesión, por medio de las reliquias que dejó. Concretamente el anillo salía del monasterio de Arlanza a petición de los pueblos en los que había enfermos, y se dice que estaba fuera del monasterio hasta nueve meses.
     El pueblo de Quintanilla San García obtuvo como reliquia un hueso sacado de la cadera del santo, concretamente un féUrna con los restos de San Garcíamur, por licencia concedida por el nuncio, para que fuera colocada en la parroquia de la villa. La urna con los restos del Santo fue abierta en presencia de los notarios de Covarrubias y Quintanilla San García, así como del abad del monasterio de Arlanza, D. Diego Martínez, algunos monjes, y una represtación llegada de la villa. Les fue entregada envuelta en una tela azul y metida en una urna. Todo ello consta en un documento fechado el 16 de enero de 1725 que quedó en el propio monasterio. Posteriormente debió conceder su permiso el Vicario General con sede en Briviesca, D. Tomás Manuel Ruiz de Abechuco, para que fuera colocada la reliquia en el altar de la parroquia de la villa llamada Santa María de Aliende, lo cual se hizo por medio de Auto de fecha 20 de enero de 1725.
     Carlos Agustino, párroco de la iglesia de Quintanilla San García, en un escrito fechado el 1 de septiembre de 1813 en la citada Villa, y dirigido al Vicario del partido, relató que para evitar saqueos por parte de los franceses la reliquia del santo, se sacó de la urna de plata en la que estaba depositada en el altar y se escondió detrás del propio altar donde estuvo, hasta que en los días 15 y 16 de junio pasaron en retirada soldados del ejército francés, que irrumpieron en la iglesia y la saquearon, encontrando la urna de los restos y rompiéndola se llevaron el relicario y arrancaron la plata de la misma, y dejaron la reliquia en el suelo.
      Cecilio Román Gutiérrez, párroco de Cerezo de Río Tirón y Vicario del partido al que pertenece la de Quintanilla San García, ordenó en documento fechado el 23 de septiembre de 1813 y emitido en la propia villa, que se certificara si el resto era efectivamente la reliquia del santo, para lo que dispuso como testigo al cirujano titular del pueblo.
     El 24 de septiembre de 1813 en la iglesia de Quintanilla San García se reunió el tribunal que debía certificar la autenticidad de la reliquia, estando constituido por Carlos Agutino, párroco de la iglesia patronal de la villa, Cecilio Román, vicario de la zona y el escribano de la villa. Fue testigo Juan Pablo Martínez, vecino de Quintanilla San García, quien afirmó que él personalmente, debido a los saqueos cometidos por los franceses, y por orden del párroco D. Carlos Agustino, puso la reliquia detrás del altar mayor de la parroquia metida en la urna, y que los días 14, 15 y 16 de junio llegaron los franceses, que ultrajaron la iglesia y cuando el testigo entró en la iglesia vio la reliquia en el suelo de la grada del altar y los cristales rotos de la urna, reconociendo sin duda alguna que era la reliquia del santo, por lo que la recogió y envolviéndola en un paño la metió en la parte de atrás del altar de San Sebastián de la iglesia dando parte de ello al párroco D. Carlos Agustino.
     Fueron también testigos Juan Manuel García, vecino también de la villa, religioso de la Orden de San Francisco y sacristán desde hacía dos años de la iglesia parroquial, Ángel Bolinaga, cura de la villa, Juan de Carriedo, vecino del pueblo, religioso de la Orden Premonstatense, quienes reconocieron sin lugar a dudas la reliquia entre otras cosas por la marcas peculiares que tenía al ser colocada en el soporte dentro de la urna. Otro testigo fue Andrés de Vesga pro capellán, que además de aludir las marcas en la reliquia destacó que la veneró desde que era muy niño, por lo que la conocía perfectamente, y finalmente el cirujano titular de la localidad Félix de Frías, que lo identificó como un hueso grande humano de la cadera conocido técnicamente por fémur, y que como natural del pueblo la había adorado muchas veces, por lo que la reconocía sin caberle ninguna duda.
    Para terminar el Sr. juez del tribunal pidió y así Carlos Agustino y Evaristo Calle, quienes eran depositarios de las llaves del archivo parroquial. le abrieron y extrajeron una copia auténtica que le fue exhibida de la orden que el Nuncio promulgó para que el monasterio de Arlanza entregara la reliquia al pueblo de Quintanilla San García, que justifica la entrega del hueso grande de la cadera, así como la licencia del ordinario.
     Cecilio Guzmán Gutiérrez como juez de la comisión declaró en documento fechado el 25 de septiembre de 1813 la autenticidad de la reliquia y ordeno su reposición en el altar en el que se encontraba ubicada, para que siguiera siendo venerada como tal, y para cuando tuviera medios la iglesia que se colocara en una caja de cristales. Así mismo ordenó unir las actas de estas sesiones a los archivos.
     Se dio cumplimiento a lo ordenado y en consecuencia se situó la reliquia en el altar de Santa María de Aliende, en una urna sobredorada que se cierra con dos llaves, una de las cuales se le entregó a Ángel Bolinaga y la otra a Evaristo Calle, con la orden expresa de que no se abriera salvo que fuera necesario y que cuando hubiera medios se guardara en una caja de cristal. Carlos Agustino pidió que se extrajera alguna pieza del citado hueso con el único objeto de servir de relicario manual y darse a dorar sin necesidad de usarse el hueso grande, a lo que el Comisionado accedió.
    El 24 de septiembre de 1816 se dio fe, por medio de documento acreditativo dictado en dicha fecha de cómo, en vísperas de la festividad del santo, se procedió a la apertura de la urna de la reliquia por Evaristo Calle y se extrajo de ella el Trocánter, que se colocó en un relicario manual de plata, estando presentes entre otros Ángel Bolinga, Carlos Agustino y Evaristo Calle, entre los curas, y Pedro Caño, Antonio Caño, por el ayuntamiento, Félix Frías como cirujano titular y Gregorio Martínez y Luis Sáez, naturales de la villa.
     En documento fechado el 24 de marzo de 1817 se acredita que el relicario manual se adornó con un cerco circundado de filigrana de plata y sobredorado, pasando a situarse en la urna del altar. Atestiguaron el hecho Franco Vesga y Juan Pablo Martínez, vecinos de la villa, Gregorio Martínez, natural de ella, y Juan Alonso de Soto residente en la misma y natural de Briviesca.
     En otro documento fechado el mismo día que el anterior, 24 de marzo de 1817, se da fe de que la reliquia del hueso fémur se colocó en un relicario de plata, con figuras de ángeles, medallones, y el hueso entre cristales, en figura de pirámide sexangular rematado con una cruz, colocándose en la urna del altar. Estuvieron presentes ente otros Evaristo Calle y Franco Vesga.

1073 – 1973 NOVENO CENTENARIO
     En 1973, siendo párroco de Quintanilla D. José Antonio Úzquiza y alcalde D. Amalio Busto,  se celebró el noveno centenario de muerte de San García.  Misa en Arlanza 1973 Sepulcro y Urna con los restos de San GarcíaA lo largo del año D. José Antonio  publicó el Diario de Burgos y en el Norte de Castilla más de quince  artículos sobre Quintanilla y sobre San García. El día 23 de junio, víspera de una de las fiestas más típicas del pueblo, el “Domingo de Perdones”, por común acuerdo de la Parroquia y del Ayuntamiento, se celebró la fiesta conmemorativa del noveno centenario en honor a San García. Se trasladaron al pueblo las reliquias del Santo, la urna con los restos de San García desde la Colegiata de Covarrubias y el anillo abacial desde el Monasterio de Silos. Entre los visitantes ilustres cabe destacar el Gobernador de Burgos, el Sr. Arzobispo de Burgos y el Padre Abad del Monasterio de Silos.San García Pórtico de la Iglesia
     Se encargó una talla de San García de piedra de Hontoria,  al escultor burgalés Ismael Ortega y se colocó en la hornacina que hay en el pórtico de la iglesia. El domingo 30 de septiembre de 1973 en dos autobuses se hizo una peregrinación a los lugares que guardan  relación con San García. En las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, junto al sepulcro de San García, se celebró una misa.Treinta y seis años después, el 4 de julio de 2009  se repitió la excursión, volvió a participar  D. José Antonio Úzquiza  y se hizo el mismo recorrido, Monasterio de Arlanza, Covarrubias, La Yecla y Santo Domingo de Silos. En el Diario de Burgos se publicó una fotografía de los excursionistas con un pie de foto que decía, los vecinos de Quintanilla, tras los pasos de San García.

 Bibliografía:
Hermano de la Salle Miguel Vesga; San García Abad de Arlanza y su tiempo.(1970) 
Úzquiza Ruiz, José Antonio;  Remembranzas de la villa burebana de Quintanilla San García (2006)